Beers and Truth || Bellatrix

Los ánimos estaban cada vez más agitados en el mundo mágico, la paranoia poco a poco se iba haciendo presente y es que el miedo despierta todas esas oscuras emociones y cuando Voldemort estaba en la conversación el miedo siempre era un factor presente, miedo a morir, a que maten a alguien que quieres o algo peor. El ministerio constantemente estaba enviando tropas a diferentes sitios característicos de este mundo en busca de entregar seguridad a la población mágica, quizás también buscando contener la situación.

Había llegado temprano al ministerio alistándome para salir al sitio que se me designara y es que hoy no pensaba quedarme en la oficina como me había tocado días anteriores, odiaba estar entre esas cuatro paredes buscando entretenciones estúpidas para pasar el día. Terminé de abrochar la chaqueta de mi uniforme mientras revisaba con mi mano libre unas fichas de posibles sospechosos de participar en las filas de Voldemort, al menos esta vez no se trataba de nadie conocido, últimamente era muy común encontrar de sospechosos a gente con la que estudié en Hogwarts   -¿Hogsmeade? -  cuestioné a la secretaria repasando mentalmente en qué día estábamos y es que detestaba ir a ese sitio cuando estaba repleto de estudiantes.

La tarde en Hogsmeade pasó sin grandes problemas, todo parecía estar normal, los sitios igual de roñosos que siempre, ese bullicio leve que aumentaba solo cuando abrían la puerta de las tres escobas y en cada tienda en la que ingresé no habían visto nada extraño o eso es lo que decían  -un maldito veritaserum no vendría mal para animar la tarde-  murmuré mientras observaba a mi alrededor. Una vez terminaron mis obligaciones no pude evitar la tentación de ir a beber algo a las tres escobas, llevaba tiempo sin ir y a veces en lo simple de una conversación de borrachos se averigua más que fingiendo ser el auror estrella.

Entre en el lugar sintiendo el calor, la bulla, las risas y ese particular aroma de inmediato. Ladee la sonrisa mientras con una mano abría mi chaqueta, observé atento a mi alrededor hasta que descubrí un grupo de viejos magos animados bebiendo y charlando, les había visto más de una vez por el lugar así que era buen sitio para partir  -¡hey! Una cerveza para mi y una ronda para mis amigos-  invité ganándome de inmediato su aprobación, sentándome con ellos a beber y reír, aunque muy pendiente de mi objetivo, aunque no se notara en ocasiones, incluso aunque yo mismo no lo notara.

Era un día común y corriente, no tenía mayor actividad más que estar al pendiente de los mandatos del señor tenebroso, evitaba a toda costa ocupar mi tiempo en alguna otra cosa que no fue obedecer los deseos de mi amo. En casa todo estaba tranquilo, Druella, mi madre, se había encargado de hacer sus visitas cordiales a casa de los Malfoy, el matrimonio de mi hermana estaba a la vuelta de la esquina y a ambas familias le encantaba perfeccionar todo para que fuera el mejor evento social del año. Agradecía que ocupara su tiempo en esas absurdas cosas, así no me molestaba ni hacía cuestionamiento de mi vida y lo que pensará hacer de ella, esa vieja solo podía pensar en herederos de su linaje y de la fortuna que atesorábamos en Gringgots, no obstante, mis intereses solo iban dirigidos a matar a cuanto muggle, mago o bruja obstruyera el ascenso al poder de mi señor.

-Kreatcher, maldita bestia asquerosa, tráeme el profeta y el desayuno- le ordene al elfo domestico que nos pertenecía desde hace varias generaciones. La criatura eficientemente cumplió mis órdenes y en cuestión de minutos tenía el diario en mis manos. Me dio gusto hojear el profeta esa mañana, últimamente le dedicaban páginas enteras a “tips” para salvaguardar tu vida, ja!, como si alguno de esos estúpidos encantamientos impidieran que un Avada Kedabra terminara con sus patéticas vidas. También venía una columna entera dedicada a un reporte de nuestro ministro de magia “no deben temer, un grupo de Aurores vigila atento cada paso del que no debe ser nombrado”. Reí estrepitosamente, la fuerza de esos incompetentes magos no se comparaba a la magia que estaba al alcance de los mortifagos. Miré con júbilo la marca tenebrosa que tenía tatuada en mi brazo y caí en cuenta que en ninguna de las páginas que había leído mencionaran algún caótico problema provocado por el lado oscuro.

Me incorpore inmediatamente, no pretendía desobedecer las órdenes de mi amo, recordé las últimas palabras de Malfoy “debemos aparentar ser magos y brujas de sociedad, hasta sus indicaciones”, eso para una bruja como yo resultaba ser muy aburrido. –Bueno, no me impedirá husmear por ahí para saber quiénes son la esperanza de los malditos sangre sucia- Caminé hacía la salida de Grimmuld Place, tome un abrigo y me dispuse a visitar ciertos lugares, total, era Bellatrix, la hija mayor de la prestigiosa familia Black, si bien no pasaría desapercibida por mi elegante porte y mi belleza exagerada, nadie se atrevería a cuestionarme, quien osará hacerlo, no terminaría vivo.

Inmediatamente desaparecí y me traslade a Hosmade, todo parecía aparentemente normal, los estudiantes de Hogwarts andaban tranquilos, al parecer, el hecho de sentirse protegidos por unos estúpidos magos que mandaba el ministerio, les permitía andar a diestra y siniestra sin intimidarse. –Madame Black- saludo un opulento grupo de magos amigos de mi padre, puristas, como nosotros. Regale una hipócrita sonrisa y me dirigí a las 3 escobas, este lugar, era el más propio para buscar aurores, no afuera, con un grupito de estudiantes.

Abrí la puerta, esta hizo su normal sonido que anunciaba que alguien entraba al lugar. El asco se instaló en mi semblante, era un lugar mediocre y lleno de gente indeseable para mí. Eche un vistazo a mis alrededores, no pude dejar de notar que un grupo de ebrios celebraba y brindaba por lo que parecía ser, un cortes caballero que invitaba unas copas. –Absurdo- tomé asiento en una pequeña mesa en una esquina, quite mi pesado abrigo y sentí un par de miradas que algunos asquerosos ebrios regalaban a mi despampánate figura, ignore tal falta y llame sin cortesía ni titubeos al mesero- Una copa de wisky, si es que en esta pocilga tienes- volví a repasar el lugar, mientras trataba de discernir quien de los presentes sería mi víctima de esta noche.

El tiempo iba avanzando y los tipos habían comenzado a conversar sin tapujos, como si fuese un integrante regular de sus juntas para beber. Después de beber el contenido de mi vaso y ver como servían uno nuevo me atreví a preguntar  -ahora con tanta seguridad no debe ser fácil encontrar dónde beber, creo han cerrado varios sitios ilegales… todo un desmadre esto de ya saben quién…-   murmuré llevando mi vista desde mi cerveza a los presentes quienes de inmediato callaron, al parecer el solo insinuar su nombre le quitaba la borrachera a más de uno  -¿qué? Digo porque ebrio e visto a más de un “señor tenebroso”-  bromee riendo, no muchos minutos pasaron antes de que el primero me contara sobre un ataque del que había oído no muy lejos y que no dudaba que más de algún dueño de local pudiese estar amenazado por los seguidores de Voldemort.

Pedí una ronda más y es que parecía estar consiguiendo mi objetivo, pero el viejo mago se calló al ver a alguien entrar al sitio, con disimulo miré hacia la entrada encontrándola a ella. Fruncí el ceño extrañado y desvié la vista ‘desde cuando una chica como ella visitaba sitios como este… y no, no lo decía como un cumplido’. Desde la escuela Black parecía creerse la gran cosa, sin duda los sitios con mucha gente no eran lo suyo y menos si no podía sacar algún provecho de ello así que la duda era ¿qué la traía por acá? De un momento a otro ya nadie parecía estar interesado en volver a tocar el tema de Voldemort, así que no me quedaba más que ir a fastidiar a alguien más.

Me enderecé dejando los galeones en la mesa para pagar los tragos y despreocupado sacudí leve mi chaqueta mientras mis pasos avanzaban por aquel bullicioso sitio, aunque eso no me impidió escuchar claramente el pedido de la chica  -tienen, claro que tienen-  aseguré dándole un par de palmadas en la espalda al mesero indicándole a que fuera por el pedido  -uno muy bueno, de hecho, aunque tiene un sabor particular… nadie sabe bien si es por la suciedad o los insectos, pero bueno-  comenté solo por el gusto de arruinar la experiencia. Me senté frente a ella fingiendo recién reconocerla  -¿Black? ¿eres tú? Por merlín… ya casi ni te reconozco sin el bigote de antaño-  mentí manteniendo la sonrisita fastidiosa; Bellatrix siempre había sido guapa, aunque con un carácter insoportable a mi parecer, le conocía de Hogwarts, más de una asignatura nos tocaba compartir con los Slytherin así que no secreto para nadie que sin duda jamás había existido una muy buena relación  -¿y qué te trae por acá?-  pregunté apoyando mis antebrazos sobre la mesa entre la ex serpiente y yo. Bajé la vista a mi uniforme y volví a mirarla  -ignora esto, no estoy trabajando, no es un interrogatorio ni nada… solo una casual charla entre dos ex compañeros en Hogwarts ¿a poco no me extrañaste un poco?-  pregunté con complicidad y una leve sonrisa irónica.

Mire atenta al hombre que se acercaba sin que nadie le hubiera invitado, mi rostro inmediatamente dejo ver que no estaba de acuerdo con su presencia, qué se creía. Enseguida tomo asiento delante de mí, la arrogancia que desbordaba y la seguridad con la que tenía tal atrevimiento hicieron que tomará mi varita de mi bolsillo, empuñándola debajo de la mesa y tratando de contener las ganas de lanzarle algún hechizo que lo alejara de mí. Hasta ese momento no había reconocido de quién se trataba, y no era raro que fuera de mi total desconocimiento quién demonios era. -Claro, eres el odioso prefecto de Gryffindor, cuál es tu nombre? Damon, dragón, draco...-masculle tratando de hacer memoria de como se llamaba ese soberbio chico. En más de una ocasión los encuentros que solíamos tener en Hogwarts no eran agradables, ¿la razón? la despreciable casa a la que pertenecía, yo solía hablar únicamente con las serpientes, me negaba rotundamente a tener que convivir con algún sangre sucia, aunque no todos fueran hijos de muggles, prefería no hablar con ellos.

Recargue mi cuerpo en el respaldo de la silla, mientras miraba inquisidoramente a mi acompañante, mis ojos lo recorrieron de pies a cabeza, un maldito auror, qué suerte, la peor persona que pude haberme topado, esto ya no me hacía pasar desapercibida como era mi plan inicial. Reí estrepitosamente ante sus comentarios - Vamos, como sea que te llames, extrañarte yo?, ni que fueras una persona importante - bebí un trago del wisky que el mesero había acercado para mí, apenas toco mis papilas lo escupí, el sabor era asqueroso, el olor dejaba mucho que desear. Miré al empleado, ignorando por un momento al hombre- Que mierda de Wisky- arroje sin cuidado la copa sobre el miserable mesero- largo- regresé mis ojos al chico, solo era cuestión de un par de movimiento de varita y mi arrebato quedaría resuelto. -En qué estabamos? Ah sí, extrañarte, vamos, qué te hace pensar eso. Lo que me trae por acá es -tenía que decir algo realmente bueno y creíble, era Bellatrix Black, poderosa bruja, Hosmade no lo visitaba desde mis años en Hogwarts, no era de gran interés lo que pudiera encontrar ahí, y por supuesto, tampoco un lugar donde acostumbrara a divertirme- negocios, me apeteció beber algo y entre en esta pocilga, mala elección - mentí con naturalidad, no necesitaba darle mayor explicación, según él no estaba en servicio y según yo nada me inculpaba de algún delito, mi familia tenía poder dentro del ministerio y nadie lograría tachar nuestro buen nombre. Claro, aborrecíamos a los muggles, mis constantes torturas a ellos en el colegio eran muestra del total asco que me provocaban, pero proveníamos de un linaje puro, defender el buen nombre de un mago era nuestro deber y muchos asimilaban aquella teoría, sin incriminarnos de alianzas con el señor oscuro.

-Quién al parecer me extraño fuiste tú, apenas entre y mírate, te tomo pocos segundos venir a acompañarme- arquee una ceja mientras acercaba mi rostro al suyo, sin temor alguno- pero querido, ya estoy comprometida - bromee, regresando mi vista a los presentes que ahogados de borrachos, tenían una pequeña riña.

Aquella sutil sonrisa se mantuvo en mi rostro a medida que escuchaba a la mujer, en cierto modo no podía negar que disfrutaba fastidiar y el que ella no fuese fácil de fastidiar le daba un toque extra al asunto, aunque claramente jamás iba a admitir aquello en voz alta, solo porque no es una buena razón para entregar a mis superiores como pretexto para averiguar cosas  -el odioso prefecto suena bien, aunque el odioso auror tampoco está mal-  confidencié encogiéndome de hombros restándole importancia al asunto.

De reojos observé a mi alrededor notando como más allá se caldeaban los ánimos entre un grupo de borrachos, otros parecían estar disimulando muy mal su constante atención por Black, aunque no todas esas miradas eran debido al mismo interés y es que más de alguno se iba con cuidado con Bellatrix, mi problema probablemente era que solía ignorar las señales de peligro. Mi expresión a pesar de todos los detalles continuaba imperturbable a excepción de cuando lanzó el trago sobre el mesero, una de las cosas que más detestaba en esta vida eran aquellas malditas actitudes, pero también entendía que no me convenía intervenir esta vez o no por ahora al menos. Apreté la mandíbula un par de veces al tiempo que bajaba por cortos segundos la vista a la mesa, como si aquello me ayudara a disimular, nuevamente fijé la vista en la ex serpiente  -¿negocios?-  repetí entrecerrando los ojos, la verdad no tenía grandes motivos como para pretender interrogarla, nada más que su maldito carácter purista y el de su familia, pero se me hacía imposible que al menos alguien de su familia no tuviera algo que ver o no supiera algo  -como sea, te lo advertí-  comenté respecto al trago llevando la vista al mesero haciendo un gesto ordenando dos cervezas.

Llevé una de mis manos a mi barbilla al tiempo que ladeaba la sonrisa con destellos irónicos cada vez más marcados a medida que la escuchaba  -profundamente…-  dramaticé con la misma ironía que reflejaba mi expresión. Pasé mi vista por su rostro con curiosidad cuando se acercó   -oh descuida… no soy celoso, querida-   agregué imitando su tono al tiempo que le guiñaba un ojo antes de apoyarme contra el respaldo del asiento viendo cuando traían las cervezas  -aparte… me extraña, Black, sabes que existen cosas mucho más interesantes para hacer que comprometerse-  aseguré dándole un sorbo a mi cerveza  -ya sabes, vivir al límite, tener nuevas experiencias, leer un libro, creer en una causa… participar de alguna organización-  fijé la vista en la chica  -algún club de algo por último para dejar tu huella, no lo sé… hasta aquellos desquiciados llenos de complejos que siguen a ya sabes quién parecen tener un propósito más interesante que ser la señora de-  claro que estaba atento a sus reacciones, aunque tampoco esperaba que de la nada comentara el asunto o dijera si sabía algo al respecto, creerlo sería exceso de ingenuidad  -bebe tranquila, si hay algo de mejor calidad en este sitio es la cerveza. No tienes que creerme, solo pruébala… a menos que la futura señora de ya comience tener miedo a probar algo diferente-  ladee la sonrisa.

Reí ante su respuesta, poco a poco iba recordando más de aquel chico, su arrogancia lo distinguía del montón de patéticos leones que eran parte de Gryffindor. Faulkner era su apellido, sangre pura, pero muy tontos por no seguir los pasos del señor tenebroso, tenían cierto potencial para pertenecer a nuestras filas, pero poco carácter, a mi parecer. Mi risa ante sus palabras se fue apagando con sus insinuaciones, ¿acaso solo se trataba de suposiciones o realmente este auror conocía algo de mí?

Bebí la cerveza que tenía enfrente, esperando no expulsarla de mi cuerpo apenas tocara mis labios, el sabor era amargo y muy malo, pero tolerable. Sus preguntas me empezaron a incomodar, pero si algo sabía hacer era mentir bastante bien, así que continué con aquella farsa-Bien Drago- esta vez acerté su nombre- verás, ser la señora de Lestrange no es fácil, no si tienes que limpiar un nombre que ha manchado alguien de la familia, conocerás a Andrómeda, no es un orgullo tenerla que considerar mi hermana, no obstante, debo ver por mis intereses familiares- me encogí los hombros, desviar la conversación hacia cualquier otro lado era lo ideal, no me consideraba una mujer paciente, así que, prefería hablar de cualquier otra cosa, antes de que la impulsividad me ganara y delatará mi afinidad por el movimiento del señor tenebroso. –Considérate invitado al gran evento, si gustas- levante la cerveza a modo de brindis, mientras clavaba mi mirada en el chico- será un placer que vayas, digo, sabrás que es un evento para la elite de nuestra sociedad y si no mal recuerdo, tu único error fue caer en Gryffindor a y claro, ser auror – repudiaba a esos malditos aurores, eran magos inteligentes y con ciertas cualidades, pero luchaban en contra del lado oscuro de la magia, era lamentable que magos de su categoría, dieran su vida por sucios muggles.

Muchos de los que se hallaban en el lugar parecían estar interesados en nosotros, quizá más de uno sabía quién era y a quién servía, pero no me preocupara que hablaran, pues la vida de sus seres queridos serían el pago a su traición. –Parece que no están acostumbrados a ver a una mujer como yo aquí- masculle repasando una y otra vez mi vista sobre los presentes – Creo que será mejor que me marche, no es que no esté disfrutando de tu compañía, pero sabrás que este lugar me da asco- sonreí ante Drago, esperando algún comentario de mal gusto de su parte, como solía hacerlo.